NUESTRA FE

Nuestra Fe en Jesucristo

Dios te ama y tiene un plan para tu vida

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Su plan original, siempre fue tener una relación cercana con él. Sin embargo, esa relación se rompió a causa del pecado, provocando la muerte física y espiritual en el hombre y en la mujer (Génesis 2-3). Pero Dios, en su infinita gracia y bondad, envío a su hijo Jesucristo para restablecer esa relación y dar su vida por todo aquel que cree en Él (Juan 3:16). Para ello, Cristo vino al mundo para predicar el Evangelio y dar esperanza a los hombres. Así mismo, fue crucificado y resucitó al tercer día, conforme a las escrituras, siendo testigos gran multitud de personas (1ª Corintios 3:6).

CRISTO MURIÓ Y RESUCITÓ PARA DARTE VIDA ETERNA

Por medio del sacrificio de Cristo y obra redentora en la cruz, somos reconciliados con Dios (Romanos 5:10). De manera que, al arrepentirnos y aceptar a Jesús como único Señor y Salvador, somos perdonados y libres de toda condenación. Ahora somos Hijos de Dios por medio de la fe en Jesucristo (Gálatas 3:26). Todo ello por Su gracia, de manera gratuita, no por obras. Cuando Cristo resucitó prometió enviar el Espíritu Santo a la vida de cada creyente, para que podamos vivir en fe y comunión con Dios (Romanos 5:5).

Nuestra Fe en la tumba vacía

DOCTRINA BÍBLICA

Creemos en las Sagradas Escrituras, la Biblia, como palabra inspirada de Dios mediante la cual se revela al ser humano. Por consiguiente, no contiene error en sus originales y constituye la única regla infalible de fe y conducta.

Creemos en un Dios único, existente y revelado en las Escrituras en las personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así mismo, creemos en el poder de Dios, capaz de obrar prodigios, milagros y sanidades hoy día.

Creemos en Jesucristo como único y suficiente Salvador. En su encarnación por obra y gracia del Espíritu Santo y que su obra redentora, muerte y resurrección es suficiente para la salvación del ser humano, sin necesidad de obras. En ningún otro hay salvación. Del mismo modo, creemos en el sacerdocio universal de los creyentes, siendo Jesucristo el único mediador entre Dios y los hombres. Creemos en la oración en el nombre de Jesús como medio de comunicación con Dios.

Creemos en la salvación integral del ser humano (cuerpo, alma y espíritu), ofrecida gratuitamente mediante un acto soberano de Dios y obtenida por la fe en Jesucristo. Creemos que todo ser humano es pecador y que, para ser salvo, en su libre albedrío, debe aceptar la Gracia de Dios con la indispensable necesidad de arrepentimiento, confiar en la eficacia del sacrificio expiatorio de Cristo Jesús en la Cruz, quien murió por toda la humanidad como pago de la deuda por nuestros pecados. Además, permanecer fiel hasta la muerte cuidando la salvación que es susceptible de perderse por causa de infidelidad o apostasía.

Creemos en la Promesa del Padre: el bautismo en el Espíritu Santo, que llena a los creyentes de poder, para ser testigos de Jesucristo, servir a Dios y vivir en santidad. La evidencia inicial es hablar en lenguas desconocidas, diferenciando este hecho del don de lenguas. De esta forma, creemos en la vigencia actual de los dones espirituales, manifestaciones sobrenaturales del poder del Espíritu Santo, dados a la iglesia para su edificación.

Creemos en la Iglesia, que es el cuerpo de Cristo, compuesta por todos los creyentes nacidos de nuevo, con su doble carácter: universal y local. Y cuya única cabeza es Jesucristo mismo.

Creemos en el bautismo por inmersión y la cena del Señor como ordenanzas dadas por el Señor a su iglesia. El bautismo, como testimonio público de conversión al evangelio de Jesucristo en identificación con su muerte, sepultura y resurrección. La santa cena como recordatorio de su muerte, señal del Nuevo Pacto, y anuncio de su segunda venida.

Creemos en el arrebatamiento de la iglesia y la segunda venida de Jesucristo, junto con sus santos, para establecer su reino sobre la tierra. Seguidamente, creemos en la resurrección de los muertos y el juicio final, unos para vida eterna, otros para condenación eterna.

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